Dios eligió a Abrahán para formar su pueblo: el pueblo de Israel, que es el depositario de la promesa de salvación hecha por Dios a los patriarcas.
Con el tiempo, el pueblo de Israel fue creciendo en sabiduría: normas de conducta, costumbres, refranes, reglas para vivir mejor…
Esta sabiduría era transmitida de padres a hijos, y fue el origen de los libros sapienciales de la Biblia.
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